El pasado mes de septiembre de 2021 el Ministerio de Minas y Energía (el “MME”) junto con el Banco Interamericano de Desarrollo (el “BID”), publicó la Hoja de Ruta del Hidrógeno en Colombia (la “Hoja de Ruta”).

Este plan estratégico tiene como objetivo contribuir al desarrollo e implementación del hidrógeno en Colombia. Aunado a los esfuerzos del Gobierno Nacional de crear un marco regulatorio y político atractivo para la transición energética, la Hoja de Ruta refuerza el compromiso de Colombia con la reducción de emisiones de acuerdo con las exigencias del Acuerdo de París del 2015.

El Gobierno Nacional considera que el hidrógeno es una herramienta para lograr la descarbonización del país y, aunque el camino hacia esta no es sencillo debido a los sectores de difícil electrificación, esta Hoja de Ruta pretende crear un plan de acción progresivo para lograr que el hidrógeno para el 2050 sea una fuente competitiva y esencial de la matriz energética de Colombia.

En ese orden de ideas, surge la pregunta sobre ¿por qué el mundo le ha apostado al hidrógeno como el elemento que impactará en una mayor medida la carbono neutralidad a nivel global?

El auge del hidrógeno se debe a su gran versatilidad como materia prima, combustible y vector energético para el transporte y almacenamiento de energía. No obstante, el proceso para obtenerlo requiere de una inyección elevada de infraestructura y tecnología, pues este no se encuentra de manera aislada en la naturaleza. Es decir, debe extraerse a partir del agua, los hidrocarburos o la biomasa; proceso que requiere de un consumo de energía alto que podría dar lugar a emisiones de CO2.

Ahora bien, la innovación que se presenta en este proceso de extracción recae en el empleo de energías renovables o en la captura de las emisiones de CO2 en su producción, dependiendo de la fuente para su producción. Con la primera alternativa el producto obtenido es el hidrógeno verde, el cual es producido a partir de electricidad que proviene de fuentes de energía renovables, tales como la biomasa, la solar, la eólica y los pequeños aprovechamientos hidroeléctricos. Con la segunda alternativa, el producto que se obtiene es el denominado hidrógeno azul, el cual es producido a partir de fuentes fósiles, pero en su proceso de producción se capturan y almacenan las emisiones de CO2.

En consecuencia y dadas las bondades del hidrógeno, el camino hacia la descarbonización se ha ido fortaleciendo a nivel global en los últimos años.

A nivel internacional, la estrategia de la Comisión Europea está enfocada en movilizar entre 180 y 470 billones de euros de financiación público-privada para apalancar la investigación, el desarrollo de tecnologías e incentivos para el impulso de proyectos en países que cuentan con condiciones geográficas y regulatorias óptimasuna oferta atractiva de fuentes no convencionales de energía renovable (“FNCER”).

A nivel de Latinoamérica, países como Chile le han apostado a convertir este elemento en una fuente esencial dentro de su matriz energética. Chile desarrolló su estrategia nacional de hidrógeno verde en el año 2020 con la finalidad de transformar al país en el productor más eficiente de hidrógeno verde para el año 2030.

Este ambicioso objetivo de Chile planea ser alcanzado de la mano de: i) una creciente disponibilidad de financiamiento y beneficios tributarios ya vigentes; ii) alianzas estratégicas con países como Alemania[1]; y iii) costos nivelados de producción basados en energía solar eólica y fotovoltaica, con foco en los lugares geográficos que cuentan con la mayor potencialidad para la generación de este tipo de energías (Ministerio de Energía Chile, 2020)

Con base en lo anterior, podría pensarse que Colombia se encuentra en desventaja en comparación a países que llevan un camino más avanzado en el desarrollo de estrategias para incorporar el hidrógeno en su matriz energética. No obstante, Colombia cuenta con una serie de ventajas competitivas que demuestran un panorama alentador.

A manera de ejemplo: i) la oferta hídrica del país es seis veces superior a la del promedio mundial y tres veces el de Latinoamérica; ii) el potencial de FNCER como la eólica y solar, que se ha desarrollado en los últimos años en regiones como La Guajira y el Meta[2], respectivamente; y iii) la ubicación geográfica de Colombia, que brinda las condiciones para contar con puertos para la logística y fuentes hídricas para la generación. Finalmente, la infraestructura desarrollada en los últimos años para la importación y exportación de crudo y gas, que puede ser adaptada para el transporte y almacenamiento de hidrógeno, posicionan a Colombia como un actor relevante en el panorama global del hidrógeno y como un actor importante en el ámbito regional e internacional[3].

Tomando la experiencia de países que identificaron el potencial del hidrógeno antes que Colombia, como es el caso de Chile, es claro que las condiciones geográficas y de infraestructura no son suficientes sin un marco normativo sólido con base en el cual se pueda desarrollar la Hoja de Ruta.

En efecto, con la entrada en vigencia de la Ley 1715 de 2015 (la Ley 1715”), Colombia comenzó el despliegue normativo necesario para hacer atractiva la inversión nacional y extranjera en FNCER. Sin embargo, sólo con la entrada en vigencia de la Ley 2099 de 2021 (la “Ley 2099”) se materializó la entrada del hidrógeno dentro del marco normativo colombiano.

En esta última disposición normativa, el hidrógeno verde y azul entran a ser considerados por el ordenamiento jurídico como FNCER y fuentes no convencionales de energía (“FNCE”), respectivamente, y se hacen extensivos los beneficios de la Ley 1715 al hidrógeno. Dentro de estos beneficios se encuentran: i) la exención del pago de derechos arancelarios; ii) la exclusión del IVA; y iii) la deducción del impuesto de la renta del 50% de la inversión (Hoja de Ruta, 2021). En esa misma línea, la Ley 2099 autoriza al Fondo de Energías No Convencionales y Gestión Eficiente de la Energía (“FENOGE”) a financiar proyectos en cualquier eslabón de la cadena de valor del hidrógeno.

Adicionalmente, la Hoja de Ruta busca diseñar el camino para que el hidrógeno empiece a ser empleado en los diferentes sectores de la economía. Para lograr este objetivo, plantea diferentes fases de despliegue que pretenden; i) a corto plazo, que el hidrógeno azul reemplace el hidrógeno gris en aplicaciones existentes; ii) a mediano plazo, que haya lugar a una coexistencia del hidrógeno azul y verde; fase en la cual se espera que este elemento comience a ser competitivo y sea utilizado en nuevos sectores; y iii) a largo plazo, que se logre un gran despliegue del hidrógeno para efectos de que sea más representativo que los combustibles fósiles dentro de la matriz energética de Colombia.

Ahora bien, para lograr un correcto desarrollo de cada una de las fases, el Gobierno Nacional plantea en la Hoja de Ruta unos ejes de actuación para que diferentes actores del mercado y autoridades gubernamentales asuman un rol activo en el desarrollo del hidrógeno. Así, se espera el despliegue de los siguientes grupos de acción i) habilitadores regulatorios[4]; ii) desarrolladores de instrumentos de mercado[5]; iii) apoyo al despliegue de infraestructuras de transporte y distribución de hidrógeno[6]; e iv) impulsadores del desarrollo tecnológico e industrial[7].

El reto que tiene el Gobierno Nacional para que el hidrógeno sea un habilitador de la transición energética requiere materializar la Hoja de Ruta en proyectos piloto. Tomando esto en cuenta, el Gobierno Nacional se encuentra evaluando trece proyectos de producción de hidrógeno verde y un proyecto de hidrógeno azul con captura y almacenamiento geológico para usos industriales (MME, 2021). Para el 2022, la meta planteada por el Gobierno consiste en contar con al menos tres proyectos piloto de producción de hidrógeno.

No obstante, si este es el objetivo del país, será necesario un trabajo conjunto y eficiente entre la Comisión de Regulación de Energía y Gas (“CREG”), la Unidad de Planeación Minero-Energética (“UPME”), y cada uno de los Ministerios, pues sin un compromiso por parte de los entes gubernamentales para regular la materia de una manera articulada, la implementación y desarrollo de los proyectos no será posible.

Escrito por Juan Felipe Pulecio, asociado senior y; Laura García, estudiante semillero.

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[1] Alemania y Chile firmaron acuerdo para impulsar el hidrógeno verde. Bajo este acuerdo, se creará un grupo de trabajo en el marco de la Asociación Chileno-Alemana de Energía para i) identificar proyectos viables; ii) facilitar el desarrollo de las cadenas de suministro en el extranjero; iii) compartir conocimientos y experiencias en materia de normas y procedimientos de seguridad. Además, Alemania considera que la cooperación con Chile es fundamental puesto que los agentes del sector energético de Alemania buscan nuevas rutas comerciales para las importaciones de hidrógeno verde, como una alternativa más limpia que los combustibles fósiles (Ministerio de Energía, Chile, 2021)

[2] Ecopetrol apuesta por diversificar su portafolio con energías renovables. En esa línea, se encuentra desarrollando parques solares en los departamentos del Meta, Huila, Antioquia y Bolívar.

[3] En Gobierno Nacional planifica la creación de un hub logístico de exportación. Este tiene como objetivo servir la demanda de hidrógeno de mercados situados tanto en el Atlántico como en el Pacífico. Teniendo en cuenta el elevado costo de producción en otros mercados como el europeo, la exportación de hidrógeno es una oportunidad para Colombia (Hoja de Ruta del Hidrógeno, 2021)

[4] Medidas dirigidas a establecer un marco regulatorio claro y atractivo que proporcione certidumbre para los inversionistas. Además, se busca que las autoridades gubernamentales tengan objetivos alineados y adapten sus trámites administrativos a las necesidades del mercado

[5] Consolidar la Asociación Colombiana de Hidrógeno y diseñar estrategias que fomenten la adopción del hidrógeno en el mercado.

[6] Analizar las posibilidades de mecanismos como el blending de hidrógeno en la red de gas natural para utilizar la infraestructura existente en los nuevos proyectos de hidrógeno. Además, en este eje de actuación se idearon estrategias para impulsar la exportación de hidrógeno.

[7] Impulsar el talento humano y las capacidades industriales locales en tecnologías de hidrógeno. También, desarrollar la normativa técnica necesaria para el desarrollo del hidrógeno.