La inteligencia artificial (“IA”) está impulsando cambios en múltiples sectores de la economía a nivel nacional e internacional, incluyendo el transporte, la salud, los servicios financieros y, como es de esperarse, los servicios legales.  El avance de la IA y el surgimiento de nuevos sistemas automatizados que contribuyen a optimizar los procesos legales, hoy toman lugar en diferentes ámbitos, entre los cuales se encuentran los procesos de debida diligencia en el marco de las transacciones de fusiones y adquisiciones. Estas herramientas han empezado a ser exploradas e implementadas en las firmas de abogados más importantes a nivel mundial, por lo que se anticipa que las mismas entren al mercado nacional como uno de los principales y más novedosos adelantos del Legaltech para el año 2020.

El desarrollo de nuevas tecnologías de IA en materia legal es un asunto transfronterizo que se enfoca, básicamente, en la revisión de miles de documentos legales en cuestión de segundos. Aunque su refinamiento sigue siendo un elemento por mejorar, estas herramientas tienen la capacidad de sofisticar y agilizar los procesos “engorrosos” de las debidas diligencias realizadas en las firmas de abogados del país. Es por esta razón que las firmas de abogados deberán preguntarse si una herramienta como estas puede adaptarse a su particular modelo de servicios y viceversa. No obstante, surgen dudas sobre el alcance que estas herramientas de IA pueden llegar a tener, y si, al menos en materia de debida diligencia, tiene la capacidad de reemplazar un importante porcentaje del trabajo de los abogados.

Esta cuestión tiene, desde un nivel de servicios transaccionales, al menos dos aristas importantes: (i) si el trabajo de la IA, en el contexto de la debida diligencia para completar una transacción de fusiones y adquisiciones, basta para completar la revisión del nivel que la ley y jurisprudencia suponen para que el comprador se considere “un buen hombre de negocios”, y (ii) el nivel de sofisticación, que desde un punto de vista práctico se requiere de estas herramientas de IA, para que el trabajo del abogado sea en efecto más eficiente y de alta calidad. Lo anterior, sin considerar las cuestiones de sofisticación tecnológica, debates éticos o filosóficos que las IA normalmente conllevan.

Actualmente existen múltiples herramientas tecnológicas que consiguen que los ordenadores logren almacenar y ordenar la información suministrada y con ella, razonar y tomar decisiones de manera independiente. Sin embargo, estas herramientas solo funcionan en la medida en la que se les alimente con la mayor cantidad de información posible (datos) y de la manera correcta, pues sus resultados se basan en la búsqueda de patrones en los datos proporcionados. Por lo tanto, para obtener resultados en los procesos de debida diligencia durante operaciones de fusiones y adquisiciones, por ejemplo, es necesario crear formatos con la información que se pretende analizar para que las herramientas de IA logren proporcionar los resultados esperados. En este sentido, las herramientas requieren que abogados interpreten y revisen los resultados, y apliquen los mismos a las necesidades particulares de los clientes.

Si bien estas herramientas tecnológicas lograrán aumentar la eficiencia y la velocidad de los procesos realizados por los abogados, disminuyendo el margen de error manual, aún se encuentran en construcción, tienen costos bastante elevados y su buen funcionamiento todavía depende en un gran nivel de la alimentación, revisión y análisis en detalle de los abogados. Pero, sin lugar a duda, en un futuro esto revolucionará la forma en la que se lleven a cabo los procesos de debida diligencia y con ellos los roles de los abogados.

 

Por Andrés Felipe Saldarriaga, Asociado del Grupo de Práctica Corporativo, Fusiones & Adquisiciones de GPA.