Durante mucho tiempo, la competitividad empresarial estuvo enfocada en fortalecer los asuntos monetarios; donde las herramientas de gestión empresarial, en general, centraban la atención en la operación, modelo en donde el trabajador es solamente una pieza fácilmente sustituible. No obstante, la carrera ha demostrado que estos preceptos no eran tan útiles como cuando iniciaron, y se entendió que, este no es el camino que permite estar alineado con el nuevo entorno empresarial.

Hoy en día, las compañías empiezan a reconocer la responsabilidad social con que cuentan, y por ello, han visto la necesidad de volverse cada vez más humanas. Quienes lo logran, pueden reconocer que los ambientes laborales excelentes, generan mayores y mejores resultados.

A medida que pasa el tiempo, la importancia del capital humano dentro de un negocio aumenta cada vez más. Los trabajadores que aportan diariamente y forjan la empresa constantemente, son una manifestación muy importante de la humanización, pues, indiscutiblemente, resulta este el valor que genera productividad. Esto, se debe a que avanzamos hacia una era donde se posiciona como núcleo central “la gente”, por lo que humanizar las empresas no es un hecho necesario, es indispensable siempre que las mismas quieran seguir siendo competitivas a largo plazo, y en donde se deben empezar a reemplazar comportamientos y actitudes asociadas al miedo, individualismo, anulación, por escenarios de creatividad, bienestar e innovación.

Ser una compañía humana es posible, de hecho, la experiencia de empresas de algunos países ha demostrado que se puede armonizar entre tener un ambiente digno y humano -en donde se trabaje por crear una cultura de servicios basada en valores humanos y éticos- que por objetivos financieros a corto plazo. A fin de cuentas, si se reconoce que las personas son el motor de las empresas, la recompensa se mostrará en los resultados.

Esto, evidencia la necesidad de plantearse cómo crear un ambiente de trabajo verdaderamente humano. Las empresas han optado por implementar acciones que se enfoquen principalmente en:

  1. El reconocimiento de los colaboradores como motor del negocio. Sin los colaboradores simplemente no sería posible.
  2. Aceptar conductas que únicamente vayan acorde a un trato cordial y digno. La jerarquía no es un indicador de que un superior puede faltar al respeto de sus subalternos.
  3. La inversión para la constante mejora y el aporte al bienestar de los colaboradores.
  4. Generar un ambiente de confianza para todos los que aportan en el negocio.
  5. Hay que reconocer que las empresas necesitan también en sus empleados actitudes y valores, más que conocimientos científicos o técnicos.

Algunas estrategias que se han venido implementando en los últimos años para convertirnos en organizaciones más humanas, son la promoción de espacios que puedan aportar salud física y mental, la mejora de los espacios de trabajo, incluir a los colaboradores en las decisiones relevantes del negocio, escuchar a los colaboradores, valorar y reconocer su trabajo.

Resulta indispensable además fortalecer las habilidades de liderazgo de jefes y directivos para que en su ejecución lo hagan de forma eficiente, capaz de crear sinergias entre valores y ética, pero también de forma motivacional, estimulando a los equipos para llevar su potencial al mayor nivel. De esta manera, quienes se encuentran en las esferas superiores, deben entender que humanizar la empresa es ir más allá del beneficio económico, trasciende a mejorar las condiciones y vida de las personas, con un ambiente verdaderamente humano.

Por Natalia Botero y Santiago Torres, asociados del Grupo de Práctica Propiedad Intelectual.