Gran expectativa ha generado la publicación por parte del Gobierno Nacional, en cabeza del Ministerio de Minas y Energía, de la Hoja de Ruta del Hidrógeno en Colombia, la cual establece el camino que recorrerá el país durante la próxima década para el desarrollo, la generación y el uso del hidrógeno, buscando además impulsar, complementar y consolidar la Transición Energética de Colombia para el uso y aprovechamiento de energías renovables; todo lo cual, consolida al país en uno de los más atractivos en la región para la inversión y el desarrollo de nuevos proyectos energéticos.

Es claro, sin duda alguna, que se trata de un trabajo juicioso y bien logrado por parte del Gobierno Nacional, en cuya elaboración el Ministerio de Minas y Energía buscó el apoyo de importantes consultores internacionales y la financiación por parte del Banco Interamericano de Desarrollo, logrando que la ruta trazada tuviera, por una parte, coherencia con el cambio estructural que viene promoviendo de la matriz energética de Colombia y, por la otra, le diera continuidad al marco regulatorio que ha promulgado para la transición energética del país, particularmente lo contemplado en la Ley 2099 de 2021.

En consecuencia, la expectativa es grande, no sólo por la manera como se introdujo, contando con la presencia del Presidente de la República, los ministros de las carteras más importantes del Gobierno en la materia y representantes de importantes compañías nacionales e internacionales, sino también por las bondades y beneficios que promete respecto de: i) la reducción de emisiones y la descarbonización; ii) el crecimiento económico y desarrollo de la cadena de valor; iii) el hidrógeno como vector para una transición energética justa; iv) que el desarrollo del mismo se constituya como un objetivo común del país y que, finalmente, v) sirva como una herramienta para el desarrollo inclusivo de las comunidades locales[1].

Lo anterior se constituye en una gran oportunidad para el país, pues una buena conducción de la Hoja de Ruta, en armonía con la Transición Energética, se traducirá en la efectiva descarbonización de los principales sectores industriales, una mayor inversión nacional y extranjera, el desarrollo de nuevos negocios y tecnologías y, finalmente, el impulso económico y comercial que requiere Colombia con ocasión de los efectos que ha dejado la Pandemia del COVID-19, particularmente con la generación de nuevos empleos y la promoción de la oferta de bienes y servicios locales.

En el lanzamiento de la Hoja de Ruta, un grupo de ocho empresas nacionales e internacionales, dentro de las cuales se encuentra Ecopetrol S.A., firmaron lo que se ha denominado una carta de “expresión e interés” para explorar proyectos e inversiones de conformidad con los parámetros y lineamientos del referido documento. Adicionalmente, gremios importantes como el Consejo Mundial de Energía (“WEC Colombia”) y la Asociación Colombiana de Hidrógeno, apoyaron y acompañaron la iniciativa, todo lo cual, refuerza aún más el gran momento por el que atraviesa el sector energético de Colombia.

En la práctica, Ecopetrol S.A. ya se encuentra adelantando investigaciones para incorporar dentro de su portafolio el uso del hidrógeno como un combustible limpio para el uso en sus operaciones. Actualmente, la refinería de Cartagena tiene previsto adelantar un piloto de 50 kilovatios para la producción de hidrógeno mediante el proceso de electrólisis, el cual se prevé que estará operativo durante el primer semestre de 2022 [2]. Otros pilotos sobre la materia y de igual relevancia, son los que adelantarán las empresas colombianas Promigas S.A. E.S.P. y la Transportadora de Gas Internacional S.A. E.S.P..

No obstante, lo acertado, coherente y oportuno que han sido, tanto el marco regulatorio existente para la referida Transición Energética, como la Hoja de Ruta del Hidrógeno y el espaldarazo de grandes empresas y gremios nacionales e internacionales frente a las iniciativas del Gobierno Nacional, respectivamente, en nuestra opinión el reto a futuro es más importante que el mismo momento energético por el que atraviesa Colombia.

A manera de ejemplo, para un país en el que más del 50%[3] de su territorio nacional aún se constituye como Zonas No Interconectadas – ZNI[4], se deja en evidencia una brecha energética que merece una nueva visión del negocio, que demande y ofrezca un sistema energético más competitivo, sostenible y eficiente, para que finalmente se garantice la prestación del servicio de la energía eléctrica de conformidad con el espíritu que persiguen las leyes 142 y 143 de 1994 y que rigen el régimen de servicios públicos domiciliarios y el mercado de energía eléctrica en Colombia.

Por lo anterior, se requiere de un foco especial en aspectos como: i) la regulación en materia de política pública y compromisos para contar con una infraestructura adecuada y suficiente; ii) garantizar que haya un involucramiento positivo  de las comunidades locales en las zonas donde se llevarán a cabo los pilotos y proyectos venideros y, finalmente, iii) alianzas con estados u organismos internacionales, pues en un escenario postpandemia, los países desarrollados destinarán recursos importantes para estas iniciativas, siendo Colombia un país atractivo para la inversión de los mismos.

En el entretanto, resulta pertinente citar las reflexiones de Mark P. Mills, quien resalta que, incluso para impulsar las energías renovables, durante muchos años más se requerirá del uso de las fuentes fósiles[5], como parte de la matriz energética que aún rige en muchos países del mundo, como es el caso de Colombia, el cual a pesar de su interés decidido en apostarle a la Transición Energética y el Hidrógeno, sigue siendo un país productor y exportador de petróleo,  gas y carbón, lo que le da mayor seguridad y respaldo a la matriz eléctrica con las plantas térmicas de generación, como se ha visto en los períodos de fenómenos climáticos como el Niño.

En ese orden de ideas, a pesar del impulso decidido alrededor de las energías renovables, aún hay oportunidades, expectativas y retos alrededor de la industria de los hidrocarburos en Colombia, razón por la cual, la Transición Energética y la misma conducción de la Hoja de Ruta del Hidrógeno, no pueden perder de vista su ejecución de manera articulada con la realidad energética del país y por supuesto, con las industrias que aún impulsan su desarrollo económico.

Escrito por: Juan Felipe Pulecio, asociado senior de Energía & Recursos Naturales.
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[1] Hoja de Ruta del Hidrógeno en Colombia: https://www.minenergia.gov.co/documents/10192/24302627/Hoja+de+Ruta+H2+Colombia_Borrador.pdf

[2] https://www.bloomberglinea.com.co/2021/10/06/colombia-alista-pilotos-de-hidrogeno-verde-en-sectores-de-gas-e-hidrocarburos/

[3] https://ipse.gov.co/documentos_cmn/documentos/caracterizacion_de_energia/FICHA_DE_CARACTERIZACION_ZNI_ACT.31-08-2021.pdf

[4] ZIN: áreas geográficas en donde no se presta el servicio público de electricidad a través del SIN, solo existen redes locales de distribución y el servicio es prestado por empresas de servicios públicos independientes que, en la mayoría de los casos, limitan su operación a una zona geográfica específica ubicada en las áreas rurales de Colombia.

[5] https://www.portafolio.co/economia/infraestructura/industria-energetica-no-cambiara-mucho-en-10-anos-dice-mark-p-mills-558073